Este pasado domingo en Más que Palabras hablamos de que…
Hace unos días conocíamos que una farmacéutica, ocultó indicios de que uno de sus medicamentos estrella, utilizado para la artritis reumatoide, podría prevenir y ralentizar la progresión del Alzhéimer.
Esconder estos datos desde el punto de vista legal, no tiene consecuencias.
Las farmacéuticas pueden tomar los riesgos que crean necesarios o no tomarlos.
Este caso comenzó en el 2015, cuando un análisis reveló que un medicamento podía tener efectos positivos a nivel neurológico. Se propuso poner en marcha, entonces, un ensayo clínico que se calculó costaría 80 millones de dólares. ¿Qué ocurrió? Que la farmacéutica decidió no continuar con los análisis. Los científicos que se dedican al estudio de esta enfermedad han criticado este comportamiento, pero legamente no tiene consecuencias.
La farmacéutica ha indicado que esta medicación, que es un antiinflamatorio, no llega al tejido cerebral y por lo tanto esos efectos que iban a conseguir en contra del Alzhéimer no iban a ser tan relevantes.
Lo que sí han obviado indicar es que el coste de este tipo de ensayos ascendía a 80 millones de dólares, como hemos indicado, y no estaba protegido con una patente. Por lo tanto, el negocio finalmente no iba a ser tan rentable para ellos.
Las compañías farmacéuticas han sido y son blanco frecuente de críticas por ocultar los efectos negativos de sus productos. La no difusión de esas contraindicaciones sí que puede estar penada. Sin embargo, la no divulgación de efectos positivos no está penada, si no están contrastados como es el caso que estamos comentando.
Es relativamente frecuente que medicinas desarrolladas para una determinada enfermedad acaben siendo utilizadas para otra. Se conoce un sonado caso de éxito: el de la popular pastilla azul, que nació para tratar la hipertensión y que hoy genera ganancias multimillonarias como tratamiento para la disfunción eréctil.
Sin embargo, y a diferencia de aquel caso, el medicamento sobre el que se ha generado el dilema no está protegido con una patente exclusiva lo que reduce las ganancias para la farmacéutica. Ellos indican que explicaron la posibilidad de realizar un ensayo a científicos y médicos, pero no llego más allá. Era un desembolso económico muy elevado.
Efectivamente, no existe la manera de protegerse de la cuenta de resultados. Las empresas son entes con ánimo de lucro, investigan más unos fármacos que otros, se tienen en cuenta las necesidades, pero principalmente la rentabilidad es el punto más relevante a la hora de decidir en qué fármaco centrar las investigaciones.
En cuanto a los “castigos” que les han sido aplicados a las farmacéuticas, indicar que al tratarse de personas jurídicas, lo que se les suele aplicar son multas, sanciones, suspensiones,…pero en la mayoría de las ocasiones antes o después son levantadas.
Puedes escuchar la intervención completa en el programa Más que Palabras de Radio Euskadi