Las Embajadas son protagonistas de muchas noticias

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Por ejemplo, el caso de Aleix García que enfermó de pancreatitis en Tailandia y tuvo que ser repatriado, varios casos de viajeros en apuros como el de Araceli Tamayo, herida en Afganistán y trasladada a un Hospital en casa; o por las llamadas a consultas de embajadores, el caso de la embajadora española en Argentina tras el incidente Milei o la de la embajadora de Israel en España tras el reconocimiento del estado palestino.

Israel ha prohibido, además, al consulado español en su país dar serviciom y atención a la población palestina.

Hay embajadas desde el Siglo XVII. Puede ser la más antigua la de España en la Santa Sede con 402 años de permanencia a lo largo de ese tiempo.

Empecemos por la pregunta más obvia: ¿Cuáles son las tareas que tiene encomendadas una embajada?

Son bastante diversas pero hay algunas que son comunes a todas las embajadas. La primera es promover la diplomacia: la relación entre los Gobiernos.

Lo mismo el refuerzo de las relaciones bilaterales; no sólo entre los dos estados, sino tambié a nivel económico, cultural…

Y la protección de los intereses de un país en el extranjero, así como los intereses de los ciudadanos de ese país.

¿Coinciden al 100% o hay alguna más que deban atribuirse al embajador?

Pues la actividad principal de esa figura, desde los primeros documentos hasta la Convención de Viena de 1961, que es el último gran documento que define las instituciones diplomáticas; viene a ser la misma: la representación.

Es una figura representativa que luego puede, de acuerdo con los consejos o asesoría de otras figuras que hay en la embajada, tomar decisiones. Pero es una figura representativa. Ni siquiera tiene la funciones de gestión administrativa que se pueden atribuir a los cónsules.

Hay muchas figuras que, a lo largo del tiempo bien por cuestión de carrera diplomática o por cuestión meritoria, han ocupado el cargo de embajador.

Yo no me resisto a mencionar a Neville, un director de cine de los primeros años del siglo XX, fue diplomático de carrera y embajador en Honduras. Cuando fue nombrado envió un cable que decía: “Sin instrucciones concretas ni idea de la misión que debo realizar y sin saber cómo llegar a un lugar cuya localización geográfica desconozco, parto hacia Tegucigalpa; donde quedaré, como siempre, a las órdenes de su excelencia”.

Inmediatamente después, fue destituido de manera fulminante. Pero es una imagen clara de cuáles eran esas funciones.

Por ejemplo, Jorge de Esteban, Periodista y Catedrático en Derecho Constitucional que falleció hace poco, fue nombrado, sin ser diplomático de carrera, embajador en Italia cuando el primer Gobierno Socialista de Felipe González; decía lo mismo: jamás en la vida se ha pagado tanto por trabajar tan poco.

Hay embajadas más importante y otras que lo son menos. Pero la estructura es similar; más abultada en unos lugares que en otros. ¿Cómo es esa estructura? Está el Embajador… ¿y por debajo de él?

Pues siempre hay un cónsul en la embajada; aparte de que luego pueda haber otros consulados repartidos por el territorio del país de acogida.

Después están las figuras llamadas agregados; que, dependiendo de los intereses propios o los del país receptor, puede hasta haber agregado jefe o coordinador de agregados. Principalmente, suelen cubrir la cuestión cultural, la cuestión política y la cuestión económica.

Luego hay países tienen unos agregados militares; que suelen ser miembros del ejército del país de origen. Por ejemplo, entre los países nórdico y bálticos, países de reciente creación y que provienen de la órbita post-soviética o balcánica.

Ser diplomático de carrera no es condición indispensable para ser embajador. Pero, ¿cómo se llega a la condición? ¿Qué formación se necesita?

Las carreras de Derecho parecen importantes; muchos diplomáticos son licenciados en Derecho. Cuando se hace la carrera de Derecho, ¿se ofrece la Diplomacia como salida profesional?

Dentro de la carrera de Derecho se estudia Derecho Internacional Público, Privado o Comunitario. Pero luego no es imprescindible haber estudiado derecho para presentarse a la oposiciones que convoca el Ministerio de Exteriores. Hay otras carreras como Relaciones Internacionales o Ciencias Económicas que pueden servir como base.

Hay que participar en un proceso de oposición a través de varias pruebas. Las únicas condiciones previa es poseer algún tipo de licenciatura o título de ingeniería, ser de nacionalidad española y se acreditar conocimiento y manejo de lenguas extranjeras: inglés y francés; puntuando también otros idiomas, preferentemente, árabe, ruso o alemán.

¿Qué Ley rige en una embajada? Si rige la Ley del país de origen, ¿cómo se conjuga con la Ley del país donde está situada esa embajada?

Siempre se rige por la Ley del país de origen de la embajada. Se hace la ficción de ser un trozo trasladado del país de origen al país de acogida.

Rigen la ley del país de origen, no sólo en lo que respecta a las cuestiones de la propia embajada, sino frente al gobierno receptor; que tampoco puede interferir conforme a sus leyes dentro de esa delegación.

En teoría, el espacio de la embajada es inviolable en el país de acogida; pero hemos visto casos en los que esto no ha sido así. En Abril, el Gobierno ecuatoriano entró por la fuerza en la embajada mejicana en Quito con una unidad de élite armada. Escaló las paredes del edifico, derribó las puertas y sacó de allí al ex-Vicepresidente ecuatoriano Jorge Grass pese a que se le había otorgado asilo.

Legalmente, ante un caso así, ¿qué sanciones se pueden aplicar y quien las aplica?

No hay ninguna resolución, de momento, porque más allá de esa ficción, estamos en tierra de nadie.

Evidentemente, ante una situación de conflicto entre dos países hay que encomendarse a instituciones supranacionales. El funcionamiento de esas instituciones dificultan una sanción inmediata. Bien por la lentitud del propio funcionamiento o bien por los intereses cruzados que pueda haber.

La ONU es una de esas instituciones y está condicionada por un Consejo de Seguridad en el que determinados países tienen, por ejemplo, Derecho de Veto.

Es increíble el número de embajadas que han podido ser violadas. En ese sentido, recuerdo la ocupación de la embajada estadounidense en Irán durante año y medio cuando el Sha pidió asilo político en EEUU; o la embajada española en Guatemala, asaltada e incendiada en una revuelta agraria.

En otros caso, cuando interesa esa inviolabilidad, se argumenta el no poder entrar en la embajada. Podemos recordar el caso de Jammal Khashoggi; que accedió, porque se le había convocado, a la embajada de su país en Estambul, y fue descuartizado y sacado de la misma en maletas.

La respuesta turca e internacional sobre lo que había pasado allí fue que la embajada de Arabia Saudí en Turquía era inviolable.

Volvemos a cuestiones de más actualidad. ¿Qué significa retirar a un embajador de un país de forma permanente?

El retiro, aunque se califique de permanente, no lo es. Nunca es para siempre. Sobre todo si hay tantos intereses en el ámbito comercial o cultural como los hay entre dos países como España y Argentina.

La retirada del embajador implica que baja la gradación o la importancia de la representación diplomática; pero va a seguir existiendo un equipo de trabajo que va a dar servicio a los nacionales en ese país.

Es un simple acto, una herramienta diplomática de protesta que afectará sólo a las cuestiones más importantes.

Hace unos años ocurrió algo similar con Argelia; que retiró su embajador en España de forma permanente porque entendía que el Gobierno estaba apoyando a Marruecos en su disputa por el Sahara Occidental. Dos años después se vuelven a tomar relaciones y parece que aquí no ha pasado nada.

Lo mismo, hablando de Marruecos, cuando la crisis del Islote de Perejil. En otro caso, fue el intento del Gobierno de Aznar de crear un censo para los habitantes del Sahara Occidental; que desembocó en una crisis diplomática. A día de hoy, hay una relación diplomática excelente entre Marruecos y España.

¿Pasa por el tiempo el recuperar esa relación rota?

Hay situaciones más extremas que implican la retirada de toda la delegación y la repatriación de todos los funcionarios, que se da en casos muy excepcionales. En esos casos, recomponer la relación es mucho más complicado.

Da la impresión de que se han vulgarizado estas crisis diplomáticas.

En las últimas semanas estamos asistiendo a muchas llamadas a consultas, relaciones rotas; no siempre con motivos que todo el mundo podría comprender.

Se ha teatralizado. Hace un tiempo, una llamada a consultas era una medida que se tomaba cuando había un caso muy importante y muy evidente. Casos de espionaje o que afectaran a empresas con fuertes inversiones en un país; que un colectivo se viera gravemente afectado por decisiones que hubiera tomado el estado receptor.

La historia nos dice que una crisis diplomática es preludio de otras crisis que sobrevengan. ¿Esto es así o lo normal es que todo vuelva a su cauce?

La historia nos dice que había una gradación dentro de las actitudes y de las decisiones que se tomaban respecto a las mismas. Que, en realidad, la diplomacia existía para evitar esas circunstancias sobrevenidas.

Nunca se habían tomado este tipo de decisiones de manera tan ligera. Ya veremos si esto es una nueva manera de entender la diplomacia o son golpes de efecto con los que se intenta llamar la atención y, de paso, mantener la de los acólitos.

¿Qué es una valija diplomática?

En su momento se definía como un saco o un paquete. De ahí el nombre de valija. Ahora ya estamos hablando de sobres o maletas en los que se guardan documentos u objetos que están relacionados con la actividad oficial de la delegación.

Se envían entre el país de origen y la delegación diplomática; para lo que deben disponer de signos externos que dejen claro que la propiedad es del país de origen y que es inviolable: el Gobierno del país receptor no puede abrir esa valija, no tiene por qué saber qué contiene ni acceder a los contenidos de esos documentos.

¿Hay algo más que la embajada o el consulado? ¿Alguna oficina o delegación a la que se pueda acudir?

Existen las misiones diplomáticas, que son la representación no en un país sino ante organizaciones institucionales; existe la figura del Cónsul Honorario, que son personas no de la carrera diplomática, muchas veces nacionales del estado receptor, que se sirven a ayudar a los nacionales de otro país.

Luego, cada Comunidad Autónoma ha creado sus propias oficinas para poder ayudar desde muchos puntos de vista: a la industrialización, al turismo, a la cultura o a la expansión comercial de la propia Comunidad.

El personal de embajada maneja información confidencial. Las distintas agencias de información implicadas destacan a personal propio. ¿Qué pasa si se entiende que pueden cometer algún delito en el país de acogida?

Hace unos años hubo una expulsión masiva de personal de embajadas rusas en países nórdicos. Se les expulsó porque, en un reportaje televisivo, se descubrió que eran personas que tenían un pasado muy vinculado a Servicios de Inteligencia.

Sí existe esa función y esa intervención de esos Servicios de Inteligencia. Pero lejos de lo que podemos ver en las películas, suelen ser labores de espionaje bastante más sosas y aburridas.

Cuando una acción de una embajada para ayudar a un representado de su país genera gastos: una repatriación, una asistencia médica o legal; ¿quién se hace cargo si la persona, en esos momentos, no puede?

Cabe la posibilidad, aunque es muy extraordinaria, que el propio consulado se haga cargo de esos gastos. Hay que cumplir una serie de requisitos que deben quedar acreditados.

Echándole un vistazo rápido al mundo, ¿cuáles serían embajadas de 1ª y cuáles serían las demás?

Para los embajadores y el resto de personal diplomático existen dos ranking; que a la postre es lo que marca los sueldos y los presupuestos que manejan las delegaciones. Uno es el de peligrosidad; hablando de países islámicos que, en los últimos años, han progresado mucho en este ranking; y muchos países de África. Por otro, existe el ranking de los países más interesantes o representativos, que se ven como culminación a brillantes carreras diplomáticas pero, muchas veces, esos puestos se ven ocupados por cuestiones políticas.

Tampoco me resisto a citar a Jonh K. Galbraith; eterno candidato al premio nobel y embajador en la India por los EEUU, precisamente, porque J. F. Kennedy lo colocó allí. Para él, ser embajador consistía en poder “adquirir con posterioridad un compromiso que le interesaba más y que anulaba un compromiso anterior”.

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