¿Cómo se puede hacer frente a un impago de un cliente? Esa es la pregunta que nos lanzan desde el medio digital economiadehoy.es.
La verdad es que existen métodos pero ninguno es el “menos malo”; es decir: lo mejor sigue siendo cobrar aunque sea tarde y mal.
El caso es que a la ralentización del consumo que ya se empieza a notar, se suma el inicio de la espiral de impagos; un efecto económico provocado por la quiebra de negocios que no pueden hacer frente a sus deudas y que vienen a cerrar dejando tras de sí nuevas deudas con nuevos negocios afectados.
La ausencia de actividad económica durante el parón provocado por la Crisis del COVID y las medidas que los gobiernos se vieron (y se siguen viendo) obligados a tomar se empiezan a notar en el número de impagos. Esto se suma a la ansiedad provocada al ver cómo el colchón del que se disponía para afrontar situaciones adversas (o inversiones) se va diluyendo en los gastos corrientes del día a día a los que se debe seguir haciendo frente.
A la detección de brotes de la infección se debería añadir la detección de brotes de impagos provocados por esta situación coyuntural; y establecer medidas que ayuden a las empresas (deudores y acreedores) a salir de ella de la manera más rápida y efectiva posible.
Las medidas tomadas en los primeros momentos, cuando se decretó en Estado de Alarma, iban en esa dirección y fueron muy bien acogidas. Pero no podemos dejar que los créditos avalados entonces se conviertan en lápidas cuando deban ser reenbolsados a sus prestamistas.