A la velocidad de un “click”: enviar un archivo digital y sus consecuencias…

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Abrimos capítulo judicial y lo hacemos con uno muy triste, pero que en los tiempos digitales que nos tocan vivir va a más.

La difusión de un video privado de carácter sexual. La protagonista, una joven de 32 años, que no pudo aguantar la presión y que hace poco más de una semana se quitaba la vida.

No se puede señalar a nadie. Ni a un posible ex novio, ni a un trabajador en concreto; por la sencilla razón de que no se sabe aún quién fue. Lo único que parece que está claro es que hay un vídeo sexual compartido por decenas de trabajadores de una empresa que, al parecer, ha sido el desencadenante que llevó a esta mujer a acabar con su vida.

De momento, la policía tratan de saber de dónde salió el video, quién originó la cadena…

En el mundo tecnológico en el que vivimos actualmente, desde el punto de vista judicial, la ley suele ir por detrás en actualizarse a estos cambios tecnológicos. Hubo muchos cambios legislativos, pero se han quedado obsoletos y la jurisprudencia tampoco sabe con exactitud por donde ir en nuevos asuntos que van apareciendo porque los casos son cada vez más complejos.

Una vez que este video llegó a algunos móviles, se compartió y se difundió a la velocidad de un click. La jurisprudencia ha ido resolviendo el dilema de la responsabilidad en el envío de este tipo de videos. El que difunde el video, el autor del primer envío si tiene una responsabilidad en el ámbito judicial. Pero después es muy difícil cerrar la caja de Pandora, el que lo difunde después “no conoce la historia del video”, entonces es muy difícil certificar que es un delito. En este último caso puede haber multas, pero no penas de prisión.

La empresa donde ha ocurrido, no ha hecho declaraciones. Porque parece que tuvo conocimiento de lo que estaba pasado pero consideró que se trataba de un asunto privado. Uno de los sindicatos de la empresa ha puesto en conocimiento de la inspección de trabajo que se dio aviso de lo que estaba ocurriendo, por lo que la empresa tenía conocimiento del caso. La empresa se defiende diciendo que había dado traslado a varios trabajadores para que no se difundiese el video. La empresa tiene un protocolo propio en este tipo de casos, pero por el motivo que fuera no se aplicó. Está en manos de la inspección de trabajo y se verán las responsabilidades que pudieran tener.

A la espera de que avancen las investigaciones y se descubra quién inició la difusión del vídeo y quiénes lo compartieron, el caso de esta mujer ha puesto encima de la mesa la completa falta de concienciación que tenemos los ciudadanos sobre el uso de las redes sociales.

Al igual que en otros casos de índole similar, este vídeo se ha convertido en uno de los más buscados en las páginas de pornografía. La psique humana es muy complicada y la sociedad en la que vivimos aún más.

Existe cierta falta de conciencia por la gente. Es muy sencillo enviar un video, una fotografía…pero no se valoran las posibles consecuencias que pueden ocasionar. Quizás haya una falta de conocimiento por parte de los que utilizan estos medios digitales, que somos todos, falta de concienciación y tendremos que seguir trabajando en ello. Es todo tan nuevo que nos ha desbordado, no nos da tiempo a pensar en las consecuencias mientras lo estamos realizando.

Puedes escuchar la intervención completa en el programa Más que Palabras

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